LA FAMILIA amor especial por la Iglesia


No tengo mas remedio que publicar esta carta
"La verdad nos hará libres"

ROBERTO GÓMEZ BASTIDA . PONTEVEDRA
El pasado 30 de diciembre, unos dos millones de personas, tanto cristianas como otras personas de bien, convirtieron la plaza de Colón de Madrid, por unas horas, en centro de la Cristiandad. Allí estuvimos muchos más, que desde las parroquias, congregaciones y movimientos, nos unimos a ellos con el pensamiento, en la oración o en la eucaristía.
La familia se siente amenazada, la familia santuario de vida, desde su concepción hasta su término natural, es el lugar que por naturaleza ocupa el hombre. Seguramente muchos no han sentido ni observan ataque alguno a esta institución connatural al hombre.
Muchos se han acostumbrado a la lacra del divorcio; a las parejas de hecho, al silencioso exterminio de los hijos no nacidos; la equiparación de derechos al gaynomio, unión carente de base antropológica y por lo tanto sin legitimación que la ampare, salvo la perversión del derecho contradiciendo la naturaleza misma del matrimonio; la manipulación más descarada de las nuevas generaciones a través de la Educación para la Ciudadanía, en la que se viola el Derecho fundamental de los padres de escoger la educación moral y religiosa de sus hijos; la marginación presupuestaria a la que se encuentra sometida la familia, en franco retroceso en comparación a las familias europeas, que están convirtiendo la vida cotidiana en una lucha heroica por la supervivencia...
Sí señores: ¡la familia está aquí! Así de simple, sin adjetivos y sin invenciones ni distinciones bizantinas, que sólo buscan la desorientación con fundamentos pseudocientíficos carentes de respaldo más allá de los intereses de sus oradores. No existe, por tanto, familia moderna, nuevas formas de familia, tríos familiares, pentágonos amorosos, paralepípedos parentales, gaymonios, familias homozoofílicas, ni zarandajas virtuales; no, no existen, por más que algún legislador se empeñe en reformar el Código Civil, el hombre seguirá siendo Hombre.
Es triste encontrase en la obligación de recordar verdades tan evidentes desde los tiempos de Sócrates, realidades ya acrisoladas a través de los siglos, pero las divagaciones de los últimos años, en esta nuestra patria, han convertido esta obligación en imperiosa necesidad.
Esto me recuerda a una reflexión de Einstein: "Sólo la Iglesia se ha declarado contra la campaña de Hitler por la supresión de la verdad. Nunca antes había tenido un amor especial por la Iglesia, pero ahora siento un gran afecto y admiración porque sólo la Iglesia ha tenido el coraje y la tenacidad de alinearse en defensa de la verdad intelectual y de la libertad moral. Por ello, me veo obligado a confesar que ahora aprecio sin reservas lo que durante mucho tiempo desprecié".

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