En aquel embrión he visto a mis hijas



“Cuando he visto el embrión, me he dado cuenta de repente de que hay una diferencia muy pequeña entre él y mis hijas”. El científico japonés Shinya Yamanaka, sintetiza así para The New York Times el momento en que decidió no usar embriones en la investigación sobre células madre. Se encontraba en el laboratorio de un amigo y vio por el microscopio un embrión humano. Al mirar, no pudo evitar que le vinieran a la mente sus dos hijas. “”He pensado. No podemos continuar destruyendo embriones para nuestras investigaciones. Debe haber otro modo”.
El camino alternativo que emprendió, que aparecía como perdedor a juzgar por la presión de algunos medios de comunicación, ha resultado –sin embargo- acertado. Este investigador de la Universidad de Kyoto consiguió “rejuvenecer” células adultas de la piel y convertirlas en células madre embrionarias, pero sin utilizar ni destruir embriones humanos. Mientras tanto, como recuerda Nicoletta Tiliacos en Il Foglio (link directo no disponible: ir al día 13 de diciembre), de la propaganda “milagrosista”, de la clonación terapéutica (nunca conseguida), del estrago de embriones humanos no ha salido, al día de hoy, ni una sola célula madre al servicio de los enfermos...
Los logros de Yamanaka, y los de James A.Thomson (que llegó a los mismos resultados trabajando en paralelo en la Universidad de Wisconsin), demuestran que la aceptación de un limite en nombre de la dignidad humana no es un obstáculo para el progreso de la ciencia. El problema, comenta Eugenia Roccella en Avvenire (13 diciembre) es que hay gente -particularmente en algunos gobiernos europeos- que prefiere no enterarse.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Maleta con cuerda

Se necesitan Quijotes (gracias, Ferrara)

'Familia y Dignidad Humana'